No cabe duda de que el fenómeno conocido como Industria 4.0 está cambiando radicalmente el mundo de la industria. Gracias a ella, las fábricas están empleando ordenadores, procesos automatizados e incluso robots. Esto está llevando a una transformación que va del uso de máquinas independientes a sistemas con equipos conectados. Estos equipos se comunican entre sí o son controlados por otros más potentes. Este control no lo genera una orden de un trabajador. Se trata de una respuesta automática a datos recibidos de multitud de fuentes.

Pero la Industria 4.0 no va solo de automatismos y ordenadores. Eso ya se ha tenido en las empresas desde hace muchos años. Y los consumidores hace tiempo que están acostumbrados a las ventajas que ofrecen. Por ejemplo, fabricación en masa de productos de cierta calidad a un precio razonable. Lo que implica la Industria 4.0 es la posibilidad de poder fabricar productos prácticamente a demanda, según las necesidades de los consumidores. Todo gracias al feedback inmediato que proporcionan al ecosistema de fabricación los dispositivos de IoT.

También lo hacen dispositivos que utilizan sistemas de Inteligencia Artificial. Por ejemplo, los altavoces inteligentes como Google Home o los sistemas con Alexa de Amazon integrado. A través de ellos, los consumidores dan a conocer lo que quieren, y sus deseos pasan a la cadena de suministros. De esta manera se pueden cumplir sus peticiones con la mayor rapidez posible. Por lo tanto, los fabricantes de los productos tendrán que ser capaces de satisfacer esta demanda con mucha rapidez. Y sólo lo conseguirán si aprovechan lo que les ofrece la Industria 4.0.

La industria 4.0 también necesita apoyarse en el software

Generalmente, cuando pensamos en la Industria 4.0 sólo nos acordamos del hardware. Ordenadores, robots, máquinas, dispositivos conectados, etc. Pero para que todo funcione se necesita software adecuado. De otra manera, nada tendrá sentido. Entre las aplicaciones y sistemas software necesarios para que esto funcione hay programas de todo tipo. Por ejemplo, programas de diseño CAD, sistemas ERP, apps de gestión del ciclo de la vida de los productos, etc. Con ellos se pueden recopilar y gestionar datos. Eso sí, generalmente, las decisiones las siguen tomando directivos y trabajadores.

No obstante, hay sistemas que ya van más allá, y que han conseguido «independizarse» de quienes toman las decisiones. Y pueden tomar varias ellos mismos. Por ejemplo, saben cuándo se está utilizando una sierra y cuándo debe afilarse. Y cuándo está ya gastada y hay que pedir otra para cambiarla. Entonces lo hacen directamente, enviando un mensaje al departamento de compras. Sin que intervengan los humanos. Con estos sistemas se consiguen, además de producir prácticamente a demanda, otras ventajas. Por ejemplo, reducir el exceso de inventario, asignar recursos sólo donde se necesitan. O hacerlo además únicamente cuando es necesario. Por otra parte, dejan libres a trabajadores para poder realizar otras tareas de las que las máquinas no puedan ocuparse.

De cara a optimizar todo el ciclo de fabricación de un producto, las empresas también pueden utilizar sistemas de seguimiento por ordenador. Su misión será encargarse de examinar el funcionamiento de la cadena de producción, para encontrar los fallos cuando los haya, e indicarlos para su solución. También pueden encargarse de, a partir de los datos recogidos, generar un flujo de trabajo más eficaz de cara al futuro.