Una de las bases de las empresas es la información. Eso no ha cambiado en miles de años. Sin embargo, aquellos que sienten que el Big Data de hoy es sólo una continuación de las tendencias pasadas relativas a la información, hierran tanto como si fueran a afirmar que una tabla de piedra es esencialmente lo mismo que una Tablet o un ábaco similar a un superordenador.

Hoy en día, tenemos más información que nunca. Pero la importancia de toda esa información se extiende más allá de simplemente poder hacer más, o saber más, de lo que ya hacemos. El cambio cuantitativo conduce a un cambio cualitativo. Tener más datos nos permite hacer cosas nuevas que antes no eran posibles. En otras palabras: Más no es sólo más. Más es nuevo. Más es mejor. Más es diferente.

Por supuesto, todavía hay límites en lo que podemos obtener o hacer con los datos. Pero la mayoría de nuestras suposiciones sobre el coste y la dificultad de captura y procesamiento de datos necesitan ser revisadas. Ningún área del esfuerzo humano o del sector industrial será inmune a la increíble sacudida que está a punto de ocurrir a medida que el Big Data fluye a través de la sociedad, la política y los negocios. La gente crea sus herramientas y sus herramientas les moldean.

 

Retos del Big Data

Este nuevo mundo de los datos y cómo las empresas pueden aprovecharlo, choca de frente con dos áreas relativas a la política pública y a las regulaciones existentes.

La primera es el empleo. El Big Data y los algoritmos asociados desafían a los altamente cualificados trabajadores de la información en el siglo XXI de la misma manera que la automatización de fábricas y la línea de ensamblaje erosionaron la mano de obra poco cualificada en los siglos XIX y XX.

Pero hay beneficios: El Big Data traerá consigo grandes cosas para la sociedad. Nos gusta pensar que la tecnología conduce a la creación de empleo, incluso si viene después de un período temporal de disrupción. Eso es lo que ocurrió durante la Revolución Industrial. Sin duda, fue una época turbulenta, pero al final condujo a una mejor calidad de vida en global.

Sin embargo, esta perspectiva optimista ignora el hecho de que algunas industrias simplemente nunca se recuperarán del cambio. Cuando los tractores y los automóviles reemplazaron los arados y los carros tirados por caballos, la necesidad de caballos en la economía terminó abruptamente.

Los trastornos de la Revolución Industrial crearon un cambio político y dieron lugar a nuevas filosofías económicas y movimientos políticos. No supone demasiado ejercicio intelectual predecir que surgirán nuevas filosofías políticas y movimientos sociales alrededor del Big Data, los robots, los ordenadores e Internet, y el efecto de estas tecnologías sobre la economía y la democracia representativa.

El segundo ámbito con el que choca de frente el Big Data es la privacidad. Por supuesto, la privacidad suponía un problema incluso con el «Small Data», pero resulta un desafío mucho mayor en la era del Big Data. En este caso, también, más es diferente. La naturaleza de la protección de la información personal cambia cuando las amenazas potenciales a la privacidad no ocurren diariamente o cada hora, sino mil veces por segundo. También cambia cuando el acto de captura de datos ocurre de forma invisible y pasiva, como subproducto de otros servicios, en lugar de abierta y activamente. Es difícil imaginar cómo funcionarán las leyes clásicas de privacidad en ese mundo, o cómo una persona cuya privacidad ha sido violada tomará acción o incluso se dará cuenta siquiera de la situación.

Aunque la cosa se pone peor. Una de las bases de las leyes sobre privacidad en todo el mundo es el principio de que una entidad debe eliminar los datos una vez que han cumplido su propósito primordial. Sin embargo toda la lógica del Big Data resulta en que debemos guardar los datos para siempre, porque hoy en día no podemos conocer todas las maneras provechosas en que podría utilizarse el día de mañana.

Por esa razón, necesitamos legisladores que entiendan que las reglas que gobiernan el Big Data no pueden ser más, es decir, más de lo mismo. De hecho, las normas de hoy en día realizan un trabajo bastante pobre en materia de protección de la privacidad. En su lugar, las grandes empresas que trabajan con Big Data están reclamando regulaciones que sean nuevas, mejores y, por supuesto, diferentes.

El Big Data cambiará a las empresas y las empresas cambiarán a la sociedad. La esperanza, por supuesto, es que los beneficios superen a los inconvenientes. El mundo del Big Data sigue siendo muy nuevo y, como sociedad, no somos muy buenos manejando todos los datos que podemos recopilar hoy en día. Tampoco podemos prever el futuro. La tecnología seguirá sorprendiéndonos, al igual que lo haría un hombre de la antigüedad con un ábaco mirando un iPhone. Lo cierto es que más no será más: será diferente.