El papel de los robots en la industria del futuro, también conocida como Industria 4.0, no está exento de polémica. Muchas voces alertan de que su popularización únicamente contribuirá a la pérdida de puestos de trabajo. Esto se debe a que pueden realizar muchas tareas automáticas con mayor velocidad y precisión que los humanos. Esto no tiene por qué ser así. En muchos casos, los puestos de trabajo que se eliminen por su entrada en las fábricas se sustituirán por otros pensados para el control de los robots, su programación o mantenimiento. Eso sí, hay que tener en cuenta que para ocuparlos será necesaria una mayor cualificación.

Pero las cadenas de producción de las fábricas no tienen por qué quedar desiertas de mano de obra humana y estar compuestas sólo por robots. Gracias a un concepto conocido como robótica colaborativa, los robots o brazos robóticos encargados de realizar diversas tareas pueden coexistir en ellas con trabajadores humanos. Es decir, que los robots y los humanos podrán trabajar de manera colaborativa.

La robótica colaborativa: el futuro de las fábricas de la industria 4.0

La unión de trabajadores con brazos robóticos trabajando de manera conjunta se acerca bastante más a la imagen que la industria tiene de lo que serán las fábricas inteligentes o las fábricas del futuro. En ellas, los humanos interactuarán con los robots, y viceversa. No como hasta ahora, que los robots se han encargado sobre todo de realizar tareas de manera aislada. Como mucho, colaboran con otros robots. Los humanos sólo se encargaban de su mantenimiento y puesta en marcha. No de suministrarles elementos para trabajar, ni de continuar su trabajo.

Aunque muchos ya lo están haciendo, los robots colaborativos sólo se encargarán de los trabajos que sean muy repetitivos. O muy penosos. Y los trabajadores humanos realizarán el resto de los procesos. Estos robots no ofrecen muchos problemas para mantenerlos, y su programación es bastante sencilla. De hecho, la puede llevar a cabo cualquier empleado no cualificado. No es necesario saber programar para poder hacerlo. Estos robots diseñados para colaborar con humanos tampoco tienen sistemas de seguridad de gran complejidad. Ni es necesario realizar operaciones muy complicadas para instalarlos, por lo que el proceso es más económico. Tampoco precisan estar protegidos con vallas de seguridad ni integrar sistemas de detección de fallos de seguridad.

Los robots sensitivos, un paso más allá en la robótica colaborativa

Los trabajadores que realizan sus tareas en las inmediaciones de estos robots no tienen que temer por su seguridad. De hecho, algunos modelos son incluso capaces de mostrar cierta «sensibilidad» al contacto con humanos o con otros objetos o robots. Sus fabricantes llaman a este tipo de máquinas robots sensitivos. Para ello integran sensores de esfuerzo en sus ejes. De esta manera, y gracias a ellos, son capaces de detectar la fuerza que tienen que aplicar cuando interactúan con humanos.

También de detenerse cuando se encuentran con un obstáculo o se aplica sobre ellos una presión determinada. Asimismo, son capaces de detectar cuándo puede haber un choque o una colisión con los trabajadores o con otros robots. Y cuentan con los mecanismos necesarios para evitarlos y detener sus sistemas antes de que alguien sufra daños.

No es la única medida que los fabricantes de robots colaborativos han puesto en marcha para evitar que los humanos que trabajan con los robots colaborativos puedan resultar dañados. También se ha tenido en cuenta a la hora de diseñarlos. Así, estos robots suelen ser de formas redondeadas, para evitar arañazos y cortes si les golpean por error. Todo esto hace que los elementos de seguridad que necesitan estos robots para trabajar con humanos sea prácticamente inexistente. Al no haber barreras entre ellos, se facilita la colaboración.